18 Ago Las acogedoras casas cueva del pueblo minero de Libros, en Teruel
El ser humano tiene la capacidad de levantar su hogar en los lugares más insospechados y hacerlo tan acogedor como se lo proponga. Así pudimos constatarlo durante nuestra visita al pueblo abandonado de Barrio las Minas, un conjunto de casas cueva que hasta no hace mucho, 1956, era el lugar de residencia de familias completas, cuya economía dependía de la extracción minera de azufre y el consumo de provisiones que se compraban a los productores de la zona.
En este vecindario las cuevas eran convertidas en viviendas y en su interior acogían a familias completas, ya que contaban con varias habitaciones y no pocas comodidades, todas las que la inventiva de sus habitantes les permitía. Un mal día, la mina cerró y los casi dos mil vecinos no tuvieron más opción que irse. Pero las casas cueva siguen ahí y hoy podemos visitarlas para conocer un estilo de vida diferente que guarda un encanto propio.
Este interesante conjunto de casas cueva, se encuentra a 2 km a las afueras de Libros, un pequeño poblado ubicado a unos 25 km de la ciudad de Teruel, sur de Aragón. Para llegar a este pueblo minero hay que dejar atrás Libros y buscar el desvío hacia Riodeva, pasando la Isla de Valencia. A unos dos mil metros veremos unos dinosaurios de hierro e inmediatamente después una zona de parking. Desde ahí todo el recorrido se hace a pie. El pueblo abandonado se visita en un par de horas y después, se recomienda dar un paseo por los senderos de alrededor. Es buena idea pasar el día entero disfrutando de este magníficol valle.
Cavernas que esperan
El silencio impera y el viento corre sin prisa por estas tierras de escasa vegetación. El tiempo parece haberse detenido. Es como si la gente solo hubiese desaparecido, sin más, pues estas viviendas permanecen decoradas y ordenadas, por fuera y por dentro, como esperando a que sus dueños regresen en busca de cobijo y descanso o movidos por la morriña de lo que dejaron atrás.
Las puertas están abiertas para que los visitantes jueguen a imaginar cómo era la vida cotidiana dentro de ellas. Una estancia comedor, camas, cocinas llenas de utensilios y artículos decorativos de la época y que hablan sobre quienes ahí vivían. También hay fotos y carteles explicativos, uno de ellos indica: “Estas cuevas forman parte del ayuntamiento de Libros y fueron restauradas y decorados por Julián Martínez y amparo”.
Cada casa cueva tiene un nombre
La Teresa y Amparo, por ejemplo, nos reciben con una ofrenda sobre la mesa: un plato con trozos de azufre, velas en candelabros y botellas de licores. En los floreros hay hierbas aromáticas; un abanico por ahí, un bolso por allá, minuciosos adornos hechos con conchas y varios objetos decorados con pedacería de azulejos, sin duda el reciclaje era buen entretenimiento.
En otro documento explicativo, Julián Martínez nos cuenta que, en 1906, la industria química de Zaragoza empezó la explotación de las minas de azufre de Libros, aunque existen registros que indican que la extracción se hacía desde 1777. El preciado elemento se encontraba incrustado en la pizarra y una vez separado, era transportado en tren de cuatro vagones y locomotora diesel, hacia el almacén, en el valle del Turia, camino a Teruel.
Supimos que los primeros mineros que llegaron a la zona construyeron algunas casas, pero luego prefirieron aprovechar el entorno lleno de cavidades y paredes pétreas, y las fueron adaptando para hacerlas suyas. Llegaron a ser más de 130 casas cueva, cuya principal cualidad era la temperatura interior, frescas en verano y abrigadoras en inverno.
El pueblo tuvo todo lo que necesitaba. Había centros de enseñanza, mercado de alimentos, fuentes, bares, oficinas de policía, centro de salud, salones para festividades, cancha de fútbol y se erigió un templo, el cual se conserva muy bien.
Durante la Primera Guerra Mundial de aquí salieron enormes cargas de azufre para producir pólvora y municiones. Luego vino la decadencia de la actividad minera hasta que se extinguió.
Con el abandono y la erosión, muchas casas cueva se hundieron o desquebrajaron, fueron pocas las que Amparo y Julián, motivados por conservar este valioso testimonio de la historia de su región, pudieron rescatar y gracias a ello, hoy podemos asomar a un modo de vida en el que las personas encontraron protección y abrigo en el regazo de la tierra.
Cómo llegar:
Desde Teruel se toma la carretera N330, durante 28 km hacia Libros. Luego continuar y buscar el desvío hacia Riodeva, a dos km, pasando unas esculturas de dinosaurios, hallarás el parking y debes seguir a pie unos metros para encontrar las casas cueva.
Panibericana
No Comments