29 Sep Una noche en el pueblo fantasma de Minas del Horcajo
Antes de ser un pueblo fantasma, este enclave era una importante y próspera ciudad minera acostumbrada al constante ir y venir de un tren que se alimentaba de carbón y llevaba minerales recién extraídos hasta Puerto Llano, y desde ahí era distribuido hacia otras latitudes. Un profundo túnel de más de un kilómetro de longitud abría paso a través de la montaña para transportar toneladas de preciados materiales. Eran miles de personas las que vivían en torno a la actividad de las minas y a pesar de encontrarse aisladas en medio de la Sierra Madrona contaban con los servicios necesarios.
Pero todo terminó para Minas del Horcajo en 1911, cuando La Sociedad Metalúrgica Peñarroya cesó la explotación de la mina por falta de rentabilidad. De aquel bullicioso pueblo de casi 5 mil habitantes, hoy, solo quedan ruinas y nueve personas que quisieron quedarse. Ellos son quienes cuentan sus recuerdos a los pocos visitantes que se aventuran a cruzar por el túnel que sigue en pie, pero se ha quedado en silencio salvo por el goteo hueco que se escucha en su interior en la temporada de lluvias.
El túnel hacia la otra dimensión, la del pueblo fantasma
Desde Ciudad Real tomamos la carretera N 420 rumbo a Fuencaliente, unos veinte km antes de llegar encontramos un desvío a la derecha y continuamos por un sendero sin asfaltar que nos lleva en paralelo a un caudaloso río. Según la temporada del año, el camino está en mejores o peores condiciones. Nos vamos internando en el paraje natural pertenecientes a la Sierra Madrona, abundante en vegetación pinos, abetos, robles, castaños…mucho terreno para hacer senderismo.
Luego de 7 km topamos de frente con una montaña y la estrecha entrada del túnel. Nos impone la oscuridad de su interior y dudamos en entrar. Los primeros metros avanzamos muy despacio. La sensación claustrofóbica desaparece cuando percibimos adelante un punto de luz. Allá vamos, con cuidado porque además de la estrechez, hay algunos baches y rocas a esquivar.
Ya estamos del otro lado de la montaña. Es como si el túnel nos hubiese enviado a otra dimensión: ante nosotros un extenso valle alfombrado, en el que pastan ovejas, flanqueado por dos arroyos; adelante se despliega una fantástica vista de las ruinas del antiguo pueblo, sobresalen los restos del pozo. Por ahí se ve pasar el AVE que va hacia Sevilla, se sabe que parte de los cimientos de la vía se hicieron con el cascajo de los edificios y casas del pueblo tras su abandono.
Bajamos del coche e hicimos un primer paseo a pie, nos dirigimos a la parte más alta donde está la iglesia de San Juan Bautista que aún celebra misas en su interior. Alrededor son varios los desniveles que vamos recorriendo. Encontramos castilletes de mampostería, los antiguos lavaderos, los cascos de los talleres, vestigios de viviendas, piletas. Más lejos damos con el cementerio, el polvorín y la “fábrica de la luz”. Lo demás son viviendas derruidas. Asistimos al atardecer en una de las colinas, desde ahí vimos como el panorama se tiñó de rojo sobre las ruinas.
En lo que canta un gallo
En Minas del Horcajo hay unas cuantas casas habitadas, eso sí, bien pintadas y conservadas de modo que contrastan con el resto del panorama. Las vigila un frondoso árbol de tronco torcido que se asoma a través de los muros. Una de estas viviendas está habilitada para el turismo rural, La Casa de la Mina, cuyo concepto nos da la fabulosa oportunidad de pernoctar en este “pueblo fantasma”. Hay que llevar provisiones porque no hay dónde adquirir absolutamente nada en los alrededores, aunque Verónica y Andrés, nuestros amables “venteros”, nos brindan todo tipo de atenciones y recomendaciones antes de dejarnos solos.
Pernoctar en este pueblo fantasma, abandonado, resulta una muy grata experiencia, la soledad se manifiesta en estado puro, mientras la oscuridad de la Sierra Madrona nos descubre sus sonidos más sugerentes, algunos muy reconocibles como el de los grillos o el ulular del búho real, y otros que nos despiertan desde curiosidad hasta inquietud… ¿algún eco del pasado? ¿espíritus? De vez en cuando escuchábamos pisadas rondando la casa, y claro, como en las películas de suspenso, fuimos a ver qué o quién andaba por ahí. La primera vez era una familia de ciervos, la segunda, un jabalí y la tercera… no logramos distinguir esa silueta. Es una buena oportunidad para ver animales nocturnos paseando por el pueblo. En los alrededores hay cotos de caza, por tanto, abundante fauna: corzos, zorros, ginetas, meloncillo, liebres, ardillas y cabra hispánica. Pudiera llegar a verse un lobo ibérico, lince y cigüeña negra.
En este pueblo fantasma el día inicia con el canto de los gallos que nos recuerda dónde estamos. Aunque podemos seguir durmiendo bajo el arrullo del entorno, tiene su encanto madrugar y salir envuelto en una manta a tomar el primer café en el porche de la casa para observar como, a medida que sale el sol, se intensifica el canto de las aves. Por cierto, la casa tiene piscina a cielo abierto para disfrutar en verano, o si se prefiere, por la zona también hay ríos y piscinas naturales.
Para buscadores de tesoros
A finales del siglo XIX este lugar era el segundo más importante en producción minera. Se llegaban a extraer entre 2,500 y 3,300 toneladas de galena argentífera de alto contenido en plata. Actualmente, la zona conserva todo su atractivo para los coleccionistas de tesoros. No es raro encontrarse con espeleólogos y gemólogos por las galerías de la zona, incluso haciendo descenso hacia el fondo del pozo más grande, pues son tres “Argentino” “San Juan” y “Malacate”. Se dice que es posible encontrar gran variedad de cristales, cuarzos, pirita, pirolusita, malaquita, covellina, cobre y plata, entre muchos otros. La mejor época para disfrutar este pueblo fantasma es desde mediados de primavera hasta finales de otoño.
Muy cerca se encuentra la Venta de Inés, un lugar que es mencionado en el libro “Don Quijote de la Mancha”, es obligatorio visitarla y tomarse una foto. A unos 20 km se encuentra Fuencaliente, una bonita localidad de casas blancas, fuentes, balnearios, locales de artesanías y restaurantes de comida típica, uno de los más recomendados es el Bar España en la plaza del ayuntamiento que sirve deliciosos platos de auténtico sabor regional.
Volveremos a Minas del Horcajo en otoño porque este es un buen lugar para dejarnos sorprender por los colores ocres de la temporada, sus atardeceres y la espectacular berrea de los ciervos, que tiene lugar desde septiembre. ¿Te apuntas? ¡escríbenos!
Cómo llegar:
Salir por A4 camino a Córdoba, llegar a Ciudad Real, seguir hacia Puerto Llano y luego serguir rumbo a Fuencaliente por N420. Pasando Brazatortas, a unos 20 km, hay un desvío a la derecha hacia Minas del Horcajo, el pueblo fantasma. Luego del desvío, seguir 11 km por el camino sin asfaltar.
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Yomisma
Posted at 13:18h, 23 agostoHola,soy de ciudad real y este fin de semana haré una escapada,quisiera poder hacer foto y video del lugar,se puede? Realmente es un lugar encantado
Melania López González
Posted at 22:52h, 08 octubreHola:
Somos de Puertollano. Queremos visitar las Minas del Horcajo y aprovechar esta época del año para ver la berrea. No hemos ido nunca y necesitamos orientación.
En qué zona se pueden ver y oír los ciervos?
Cómo están los caminos? Vamos en un coche normal. Tenemos intención de estar allí al amanecer y regresar por la tarde. Es mejor y más fácil verlos al amanecer o al anochecer?
Panibericana
Posted at 17:28h, 27 noviembre¡Hola! Melania. Mil perdones por no responder antes, la situación actual nos ha distraído un poco. Te doy este contacto que es el dueño de la casa. Un lugar que nos pareció muy agradable, sobre todo para estar en paz. https://www.lacasadelamina.com/
Un saludo y gracias por escribir.
Rosi
Posted at 21:21h, 13 marzoSe puede encontrar algún mineral x allí???lo ha encontrado alguien ?
Panibericana
Posted at 14:17h, 09 abrilHola Rosi. Es posible. Gracias por tu comentario.