13 Abr La «Rompida de la hora» Viernes Santo en Calanda
Teruel (provincia de Aragón). Calanda es un poblado empeñado en conservar la pureza de sus tradiciones. Su Semana Santa es una de las más emotivas de la península ibérica, considerada celebración de interés turístico nacional.
Son las 11:30 del Viernes Santo, en la plaza central de Calanda no cabe un alfiler, gente de todas las edades y procedencias esperan en calma, apenas se escuchan susurros de personas que suben a hombros a los niños para que puedan ver. Se percibe respeto absoluto, silencio total, se acerc la hora. El reloj del campanario marca las 12:00, una campanada, y se rompe la hora con el ensordecedor estruendo de un millar de tambores que empiezan a sonar al mismo tiempo. Todo retumba, el suelo, las casas, los huesos y el espíritu, hay quien incluso experimenta alteraciones en su ritmo cardiaco, mientras los tamborileros aporrean incansables con gran energía, una y otra vez, aunque las manos sangren, porque así de fuerte es su fe.
El célebre cineasta Luis Buñuel, nacido en Calanda, hizo la siguiente descripción en su libro Mi último suspiro: “Es una ceremonia impresionante, cargada de una extra emoción que yo escuché por primera vez desde la cuna, a los dos meses de edad. Ignoro qué es lo que provoca esta emoción, comparable a la que a veces nace de la música. Sin duda se debe a las pulsaciones de un ritmo secreto que nos llega del exterior, produciendo un estremecimiento físico, exento de toda razón (…) Todos los tambores redoblan a la vez. Una sensación indefinible que pronto se convierte en una especie de embriaguez, se apodera de los hombres”.
El momento estremece, es la intención porque expresa luto y se dice que simboliza el temblor que sacudió a Jerusalén, cuando Cristo murió. Luego de tocar un buen rato en la plaza, los músicos se dispersan en grupos, sin dejar de aporrear, para recorrer el pueblo. Buñuel explica en sus memorias, que los redobles están regidos cinco o seis ritmos y que cuando dos bandas, con ritmos distintos, se encuentran frente afrente por las calles, la situación se resuelve con un duelo, el equipo perdedor se acoplará al ritmo del que logra imponerse.
“Cuando al día siguiente enmudecen los tambores hasta el año siguiente y se vuelve a la vida cotidiana, algunos vecinos de Calanda aún hablan a tirones, siguiendo el ritmo de los tambores dormidos».
Los tambores ambientan la Semana Santa de Calanda por lo menos desde el siglo XVIII. Desde el siglo XIX se hace oficial la participación de las cuadrillas de tamborileros para tocar el Viernes Santo. Actualmente, hay nuemrosas escuelas de percusiones a las que asisten todos los habitantes de la localidad desde la infancia, el tambor es una conexión entre hijos, padres y abuelos. Así lo expresa el cantautor Luis Eduardo Aute «los científicos se equivocan. El Big Bang verdadero está aquí, en Calanda, en el gigantesco estallido de todos los tambores y bombos juntos».
Luego del Domingo de Ramos, la celebración inicia con un nutrido programa de actividades, desde el Miércoles Santo hasta el Sábado de Gloria.
Fuente consultada: Junta Coordiandora Semana Santa
Panibericana
senderismo y cultura.
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