20 Sep El Columbario del ajedrezado o Cueva de Santa Eulalia Somera
Dos interesantes versiones se cuentan en torno al origen y uso de esta sorprendente cueva ubicada a las afueras de una pequeña localidad de Arnedillo, La Rioja.
Llegamos un domingo por la mañana a la localidad. Era día de fiesta en el pueblo por lo que detrás de la iglesia, junto al frontón, algunos lugareños preparaban brasas para una gran hoguera. Nos acercamos a preguntar cómo ir a la cueva y la posibilidad de visitarlas por dentro. Nos dijeron que estaban cerradas pero que acudiéramos a cierta casa a preguntar por las llaves. Así lo hicimos. Entendimos que el señor de la casa, si se encontraba de humor, subiría con nosotros a mostrarnos la cavidad. Pero no. Lo que hizo el amable custodio, Don Florencio, fue confiarnos las llaves y se quejó de no poder mantener abierto el lugar, debido a la estúpida costumbre de algunas personas de grabar autógrafos en cualquier sitio, pared o piedra.
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Según nos comentó Florencio Fernández, algunos dicen que la cueva fue un eremitorio, pero no es así. En realidad, se trata de un columbario o palomar. La información turística la llama eremitorio por la forma de los nichos que hay en el interior y debido a una inscripción latina encontrada en una pared de la cueva, pero que en sentido estricto, no es tan raro de encontrar. Aún, hoy en día, se hacen inscripciones en latín por doquier, recordemos que el latín sigue siendo la lengua oficial del Vaticano y que las misas se oficiaban en esta lengua hasta hace apenas unos 40 años.
La cueva y su verdadero pasado
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Florencio Fernández, el guardián de las llaves y que debía encontrarse en su séptima década, nos reveló que la cueva es una obra realizada por el trabajo duro y tenacidad de su propio padre. Nos comentó que la cavidad se remozó por completo para convertirla en palomar con la intención de cubrir parte de las necesidades alimentarias de su numerosa familia de 7 hijos. Según nos dijo, ese columbario había representado un gran beneficio ya que hubo semanas en que se sacaban de ahí decenas de pichones, palomas o perdices.
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La excavación se realizó con picos de doble punta, con los que se fue arañando la arenisca rojiza, hasta llegar a formar una cueva de gran tamaño. Una vez dentro, sorprende ver como la luz que entra por varios ventanucos que consiguen crear juegos de luces rojas y ocres. Las paredes tienen numerosos huecos o nichos cincelados, asemejan un gran tablero de ajedrez. En el pasado, cada una de las casillas fue ocupada por el nido de una tórtola o paloma silvestre.
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Durante la conversación, Florencio se quejaba amargamente de la falta de nieve en los inviernos recientes y que cada año escasea más en las sierras que rodean al pueblo. Las consecuencias son varias, por ejemplo, que los frutales se han reducido a la mitad (falta riego con agua de nieve) y la fauna está disminuyendo.
Entre considerar esta sigular caverna como un eremitorio de la época antigua (tal como indica la información turística local), o un columbario, nos quedamos con esta última versión, la de Don Florencio: la cueva es un palomar construido por su padre para poder aplacar las necesidades alimenticias de su familia, ni más ni menos.
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El oriundo nos comenta además, que cerca de ahí dispone de otras 2 cuevas que por su temperatura fresca y seca todo el año, las utiliza para guardar barricas de vino.
Cómo llegar:
Santa Eulalia Somera se encuentra a 3 km de Arnedillo, La Rioja. Desde Arnedillo se toma la carretera LR 115. Desde Arnedo son 11 km, también por la carretera LR 115. Senderismo cultural.
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